domingo, junio 30, 2019

@mbachelet : UNA VISITA INÚTIL, TENDENCIOSA Y FALTA DE VERGÜENZA.



Pudo haberse convertido en el acontecimiento del año de cumplirse con la finalidad que, con ansiedad, el mundo democrático aguardaba. Pero en definitiva, la visita de la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos a Venezuela resultó un fiasco, casi de mero protocolo.

Las expectativas por el viaje de la más importante fiscalizadora de los derechos humanos en el mundo, eran enormes, porque desde que existe la ONU nunca antes se había dado una inspección a una dictadura socialista.
Seiscientos son los presos políticos y supera la cincuentena el número de asesinados por la Guardia Nacional y por las milicias armadas que responden al vicepresidente Diosdado Cabello. Cuatro millones de venezolanos han huido del país para no morir de hambre o por falta de atención médica.

El mal llamado Ejército bolivariano obedece a las órdenes de militares cubanos: se calcula en 2 mil el número de ellos en territorio venezolano. Un avión de transporte y cuatro cazas última generación rusos, más 400 soldados de esa nacionalidad, completan el contingente uniformado extranjero para cautelar la sobrevivencia de la "revolución chavista".

El único vestigio de la democracia es la Asamblea Nacional (Parlamento), que fue sustituido arbitrariamente por la dictadura por una Asamblea Constituyente, elegida a dedo y a cargo de Cabello, un narcotraficante con orden internacional de captura. Los jueces fueron destituidos y reemplazados por magistrados de confianza de Nicolás Maduro.

Ante este escenario se presentó la Alta Comisionada el 19 de junio y donde permaneció hasta el 21, menos de tres días dedicados a inspeccionar, verificar y, se supone, condenar la segunda gran tragedia humanitaria de la actualidad, después de Siria. Sin embargo, luego de tener tres entrevistas con personajes de la dictadura y sólo dos encuentros con los demócratas opositores, la Alta Comisionada concluyó que "el de Venezuela es un problema político". No visitó cárceles ni hospitales y tuvo una reunión con los familiares de los presos políticos, a quienes, emocionada, les relató las torturas -nunca comprobadas- que sufrió a manos "de la dictadura de Pinochet".
En un gesto por la visita de Bachelet, Maduró liberó a tres presos políticos, pero ordenó el encarcelamiento de otros seis opositores.

Como gran señal de protección a los derechos humanos, le anunció a Juan Guaidó, el desteñido líder disidente, que dejaría a dos de sus "funcionarios de confianza" en Caracas para "proveer asistencia y asesoría técnica y monitorear la situación"…, con el encargo, según ella, de que visiten en la cárcel a los presos políticos: "si se les impide hacerlo, ahí me pronunciaré yo", advirtió.

Sin mostrarse públicamente y siempre escoltada por agentes de Maduro, en un breve tránsito callejero fue abordada por un opositor ("estuve preso por no pensar como Maduro", le dijo), a quien escuchó en silencio por un minuto y siguió su camino.

El desenlace de una visita tan poco productiva en lo sustancial, causó indignación generalizada en el mundo democrático. La vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, la psicóloga española y diputada Beatriz Becerra, calificó de "vergonzoso" y "bochornoso" el desempeño en su visita a Venezuela: "a eso fue, a intentar blanquear a la tiranía, llamando Presidente al usurpador y Gobierno a sus secuaces. A culpar a las sanciones internacionales del hambre y la miseria inducidas por el chavismo durante años”.
Bachelet tuvo audiencias con el "presidente" de la Asamblea Constituyente, Diosdado Cabello, con el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arriaza, y con Nicolás Maduro, a quien, por propia confesión, agradeció que "haya aceptado que deje en Caracas a dos de mis oficiales"…

La eurodiputada Becerra, miembro de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), presidida por el belga Guy Verhostadt, pidió a Bachelet que renuncie al cargo de Alta Comisionada "antes de destruir del todo el capital de credibilidad, determinación y confianza que aquilataron sus predecesores en la ONU".
La líder europea por la causa democrática en Venezuela, manifestó estar "en contra de la posición del Papa frente a la crisis, y aseguró que "aún hay medidas" para continuar presionando para que "el dictador deje el poder", como la aplicación de "nuevas sanciones  sobre los intereses económicos de sus jerarcas y sus familias, ya que  muchas de ellas viven en Europa gracias a lo que han robado a los venezolanos".

Raúl Pizarro Rivera.

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