DE PONCIO PILATOS A PINOCHET.
Como católico que soy, rezo un rosario todas las noches. Lo comienzo con el Credo y repito esa parte donde dice que Jesucristo “padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado…” Y siempre hago reserva mental de que así se condena implícita pero injustamente a Poncio Pilatos, en circunstancias que quienes hicieron crucificar a Cristo fueron el Sanedrín de 71 miembros y la masa del pueblo reunido. Entonces, si bien es verdad literal lo que dice el Credo, porque Pilatos era el gobernador designado por Roma y tenía el poder, la realidad era que Roma respetaba a la institucionalidad judía y al Sanedrín, y fue éste el que condenó a Jesús, pese a que Pilatos trató de disuadirlo diciéndole: “No veo maldad en este hombre”. Y después Pilatos le dio la oportunidad a todo el pueblo reunido en la plaza para liberarlo (era costumbre en la fecha soltar a un condenado) pero el pueblo, “la calle”, eligió por aclamación salvar a otro, un bandido redomado, Barrabás, gritando, en cambio, respecto a Jesús: “¡Crucifíquenlo… crucifíquenlo!” Todavía entonces Pilatos discurrió un “mal menor” para salvarlo y ordenó propinarle azotes para después soltarlo, no obstante lo cual, tras ellos, la masa insistió en la crucifixión. En ese momento Pilatos “se lavó las manos” públicamente porque no quería tenerlas manchadas por la sangre de Cristo. Pero poco obtuvo, porque quedó per sécula seculorum y hasta en el Credo, como único nombrado responsable. A estas alturas no creo que ya esto pueda ser modificado con alguna frase aclaratoria, aunque sería justo añadirla.
Así se escribe la Historia. Hoy en Chile un best-seller de 200 páginas y que se vende a doce mil pesos dice que Pinochet quemaba y degollaba a opositores y mató al padre Jarlan. Yo, en un libro de 650 páginas y que cuesta $27.900, demuestro que nada de eso es verdad, pero se vende mucho menos. “Lo que queda” es lo primero. Por eso, me preguntaba cuándo iban a echarle la culpa a Pinochet de las cosas que imputan ahora al general Fuente-Alba, que alcanzan ya a otros de sus antecesores y, según “La Tercera”, hasta a la mismísima Javiera Blanco. Bueno, leyendo a Matamala, en el mismo diario, a propósito de Fuente-Alba, veo que logra meter a Pinochet en la trama recordando los llamados “pinocheques”.
Yo estoy de acuerdo en que, como comandante en jefe, Pinochet no debió haber permitido que su hijo mayor ganara una comisión de tres millones de dólares en la venta de la fábrica de armamentos “Valmoval” al Ejército, en los años 90. Pero una comisión investigadora de la Cámara examinó hasta el menor detalle de esa venta –leí todas sus actas en “La Nación”, que las publicó íntegras-- y concluyó que la transacción había sido conveniente para el Ejército. Con todo, el pago al hijo del Comandante en Jefe resultó impresentable.
Pese a ello, yo he probado, incluso ante una Juez del Crimen que me conminó a hacerlo, que Pinochet en casi 16 y medio años de su gobierno retiró sin justificar (según Impuestos Internos) 544 mil dólares de gastos reservados (“La Tercera”, 08.10.05), mucho menos que el general Fuentealba en su período de comandante en jefe; y muchísimo menos que los gobernantes de la Concertación, los cuales retiraban para sí casi idéntica suma (542 mil dólares) en sobres con billetes de gastos reservados, pero CADA DOS MESES. Don Patricio Aylwin reconoció, en entrevista a Raquel Correa de 24.12.06 en “El Mercurio”, que esto había comenzado en su gobierno. Es decir, matemáticamente, Pinochet fue 99 veces más honrado que sus sucesores de la Concertación en el uso de gastos reservados (en 16,5 años retiró lo mismo que ellos retiraban seis veces al año). Hasta que “los pillaron” y, como “entre bueyes no hay cornadas”, por “la política de los acuerdos” se les incorporó al sueldo lo que se estaban llevando clandestinamente para sus casas. Un lector de mis columnas de esos años me sugirió un nuevo refrán chileno: “Hecha la trampa, hecha la ley”.
Pero supongo que a estas alturas ellos son los únicos gobernantes honrados y, si ya es imposible restablecer “toda la verdad” histórica respecto a Poncio Pilatos, parecidamente ilusorio parece lograrlo respecto de Pinochet. En todo caso, que la “verdad histórica” quede para ambos y para perpetua memoria al menos en este blog.
Hermógenes Pérez de Arce.
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