ARAUCANÍA: SÍ, ES TERRORISMO.
En una reciente entrevista, la presidenta Michelle Bachelet señaló que pronto viajará a La Araucanía. La Mandataria agregó que lo que sucede en las regiones VIII y IX es delincuencia, omitiendo con sus palabras -o derechamente descartando- lo que verdaderamente ocurre hace ya tanto tiempo: terrorismo.
Si bien, de ser cierto que visitará finalmente de manera oficial La Araucanía, es un avance (quizá tardío pero se valora, al fin y al cabo), es indudable que no podemos estar de acuerdo en cuanto a la apreciación del problema existente en el sur del país. Porque seguir insistiendo en establecerlo como mera delincuencia es un error que, ya antes de cualquier intento por acercar posiciones y así buscar una solución mancomunada entre todos, origina inmediatas e ineludibles aprensiones con respecto al genuino interés de la Presidenta por contribuir con el fin de la violencia y erradicar a los grupos radicalizados. Ya la demora en visitar la IX región ha sido una mala señal que ha socavado la confianza, y lo es aún peor con sus definiciones timoratas y, sobre todo, erradas en relación a lo que está sucediendo en el sur de Chile. Resulta imposible -o al menos muy improbable, a primera instancia- creer en que se puede siquiera debatir el tema y pretender hallar soluciones si ya de antemano no se reconoce la existencia de terrorismo. “Suavizar” el problema, tratándolo de delincuencia común (o asociándolo meramente al contrabando de madera, como lo se señaló en la entrevista), es lisa y llanamente seguir desconociendo lo que ocurre, de paso relegándolo como ya ha sido costumbre, no sólo por este gobierno, sino por todos en los últimos 25 años.
Como lo hemos señalado anteriormente, buscar un gran acuerdo político que permita devolver la paz al sur es una aspiración real y honesta. Por ende, tanto el gobierno como la Presidenta -en particular ella-, deben cambiar sus apreciaciones si realmente quieren ser parte de la solución y no meros comentaristas del problema, porque a esta altura parecen opinólogos fugaces que poco y nada han contribuido.
Peor aún, la Mandataria ha cometido otro error al reunirse con un dirigente camionero (Juan Araya), cuya representación es prácticamente nula a nivel nacional. Tememos que el gobierno ha pretendido dividir o derechamente quebrar al gremio con esta jugada, lo cual ha tenido como consecuencia el aumento en la desconfianza con la Presidenta. Ojalá, y quisiera creerlo así, este nuevo error sea parte de un mal manejo de quienes asesoran a la Mandataria y no una decisión deliberada de ella. Y precisamente ahí radica la importancia de que la Presidenta se defina y dé señales concretas y auspiciosas, porque hasta ahora, lamentablemente, ha sido todo lo contrario.
Alejandro Martini Iriarte,
Movimiento Paz en La Araucanía.
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