TRANQUILOS, QUE HAY TERRORISMO.
Con signos evidentes de molestias, la Presidenta Michelle Bachelet y su ministro del Interior, Rodrigo Peña y Lillo, respondieron los avisos de los gobiernos británico y norteamericano a sus ciudadanos que viajen a Chile de cuidarse de las bombas que suelen estallar en sitios públicos.
Ambos, a coro, replicaron que el nuestro es un país “tranquilo para vivir” y que nadie debe sentir temor de venir o de desplazarse por las vías públicas. La convicción de las autoridades de La Moneda ignoró que las advertencias de dichos países fueron hechas tras las colocaciones de bombas en una comisaría, en un convoy del Metro y en la puerta de un Jardín Infantil.
Ninguno imaginó que sólo días después, otra bomba causaría estragos y una inédita alarma pública al explosionar en el centro comercial del subsuelo de la estación Escuela Militar del Metro, dejando esta vez heridos graves.
En esta oportunidad, Bachelet, Peña y Lillo y el subsecretario Mahmud Aleuy no titubearon en calificar de “acto terrorista” lo ocurrido y sin vacilaciones anunciaron querellas contra los responsables de la colocación del artefacto explosivo al interior de un contenedor de basura. Durante horas se cerró el centro comercial, no se detuvo el Metro en dicha estación, hubo cortes de tránsito y un gran despliegue policial, de rescate bomberil y de servicios asistenciales.
El auto en que se movilizaron los autores –registrado por cámaras de seguridad– estaba encargado por robo desde el día anterior y ocurrió poco después de la ratificación de la condena a los izquierdistas convertidos ahora al anarquismo que mataron al cabo de Carabineros Luis Moyano.
Bachelet, Peña y Lillo y Mahmud Aleuy apelaron a la unidad de todos los chilenos para perseguir “como Estado” a los “criminales” autores del bombazo y anunciaron la aplicación de la Ley Antiterrorista, curiosamente la misma que en el programa de gobierno de la Presidenta aparece como derogable porque, según sus propias expresiones como candidata, “en Chile no hay terrorismo”.
Más tarde, uno de los autores más influyentes del programa de la Nueva Mayoría, Guillermo Teillier (PC), diría que “en Chile no hay terrorismo, porque según el derecho internacional y la ONU el único que existe es de Estado y éstos bombazos no son el caso”.
Después del atentado explosivo en un carro del Metro en la estación Los Dominicos, la versión oficialista varió radicalmente: la querella presentada fue en el marco de la Ley Antiterrorista. Ahora, tras lo ocurrido en Escuela Militar, Peña y Lillo explicó que “a fines de septiembre presentaremos una nueva Ley Antiterrorista corregida y mejorada, porque la actual no sirve”…, un pobre justificativo al erróneo slogan de campaña que la legislación se eliminaría.
La primera consecuencia de esta acción terrorista del 8 de septiembre en el subsuelo de Américo Vespucio con Apoquindo es la pésima imagen del Gobierno: luego de predicar la no existencia terrorista y de instar a los tribunales a que no aplicasen la ley ad hoc, aparece como adalid de la lucha en su contra y recurre a una regla de la cual abjuró.
La Justicia también aportó con un inmenso grano de arena a este contrasentido que tiene desconcertado al país. Liberó a un team de anarquistas de izquierda, lo que significó la caída de un Fiscal –Alejandro Peña–, ganándose al mismo tiempo la desconfianza de la ciudadanía, y más aún luego de que el presidente de la Corte Suprema acogiese el llamado de La Moneda, al afirmar que “en Chile no hay terrorismo”.Dos de esos jóvenes “idealistas” que quedaron sin castigo están presos en España, cuyos tribunales sí tuvieron la imparcialidad suficiente para condenarlos.
Fruto de la subversión rural en La Araucanía y consecuencia de una cadena de bombazos urbanos, esta vez con heridos graves, queda claro que en el país sí existe terrorismo. Lo que no hay, y esto es atribuible exclusivamente al gobierno socialista, es una acertada y completa labor de inteligencia preventiva y ello es mucho más urgente que la presentación de una nueva Ley Antiterrorista, corregida y mejorada…
Sin prevención en cuanto a seguridad ciudadana es un autoengaño y una falsedad afirmar que “Chile es un país tranquilo en el cual vivir”.
Voxpress.
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