jueves, abril 25, 2013

SERGIO VILLALOBOS : ENCAPUCHADOS Y TERRORISTAS RECIBEN ESTÍMULO DE LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES.


“El país está harto de una política que admite el desorden y el terrorismo, la destrucción de toda clase bienes, los crímenes y el amparo al populismo. Es posible que en las urnas —las electorales— se refleje drásticamente el descontento”, sostuvo el historiador en una carta enviada al diario El Mercurio.

El historiador Sergio Villalobos, quien obtuvo el Premio Nacional de Historia en 1992, comentó —a través de una carta publicada en El Mercurio— que durante su recorrido por territorio de La Araucanía pudo constatar que pese a los esfuerzos del gobierno no ha habido resultados concretos en la zona.



“Las autoridades de gobierno procuran difundir una imagen de tranquilidad y se refieren a medidas positivas que estarían dando resultados. Reuniones, mesas de trabajo y declaraciones no logran engañar a nadie, porque no se ven resultados concretos. El Gobierno se debate entre temores y preocupado con resultados electorales futuros, sin darse cuenta de que la tolerancia y la pasividad pueden dar resultados negativos: el país está harto de una política que admite el desorden y el terrorismo, la destrucción de toda clase bienes, los crímenes y el amparo al populismo. Es posible que en las urnas —las electorales— se refleje drásticamente el descontento”, sostuvo.
Agregando que “a nadie agrada el desorden y la blandura en la aplicación de la ley. El Estado está deteriorado, las normas legales y los preceptos constitucionales no se cumplen, no solamente en La Araucanía, sino también hasta en la capital, que con una periodicidad alarmante queda a merced de encapuchados y terroristas, que reciben el estímulo de movimientos estudiantiles”.
Villalobos asegura que en países civilizados, como Alemania, Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, el orden público es prioritario, y “a los gobernantes no les tiembla la mano para disponer medidas de gran dureza. Basta observar cómo las policías actúan con rigor, sin que nadie sea dado de baja ni sometido a sumario”.
“No es difícil imaginar que Carabineros e Investigaciones tienen órdenes de La Moneda para proceder con blandura y evitar incidentes mayores. La eficiencia de los policías ha sido reducida, bajo el temor de ser dados de baja y recibir sanciones peores, siendo de suponer que hay un descontento subterráneo en las filas. La administración de justicia es errática y deficiente, igual que en todo el país. Se debe en parte al derecho procesal y al derecho penal, que por razones populistas desde los gobiernos de la Concertación han favorecido a los delincuentes. Los jueces, formados en el respeto automático de la ley, no comprenden que esta puede ser interpretada y que el criterio personal tiene su parte”, insiste el historiador.
“Recorriendo las tierras al sur del Biobío, a cada paso se comprueba que la situación es muy difícil. En medio de paisajes hermosos, hay bosques quemados; en todas partes aparecen letreros amenazantes e indicación que es “República Mapuche”. En un lugar, parte de un bosque ha sido incendiado por una comunidad vecina, porque los propietarios se negaron a entregarles el 40% del valor de la venta de madera”, agrega.
“En diversos lugares se cobra “peaje” con intimidación, y en todas partes aparecen terrenos abandonados. Los agricultores viven atemorizados, pensando que a cada paso pueden ser víctimas de la violencia, que tendrán que abandonar los predios porque nadie desea adquirirlos. En cierto lugar, un hacendado nos informa que le han sido robados ganados vacunos y ovejunos, que continuamente en la noche su casa es baleada y que cuenta con la protección de carabineros residentes. No sabe cuál será su destino, su familia ha debido dejarlo y espera lo peor. Los campesinos pobres viven igualmente angustiados, sin saber a qué atenerse. Autoridades y periodistas no se preocupan de ellos, y por su parte, no se atreven a entregar mucha información. Para recorrer esos vericuetos tuvimos que ser escoltados por carabineros de civil en una camioneta común, y también en un vehículo blindado”, repara el Premio Nacional de Historia.
“Hay un territorio en que Chile no parece ser Chile”, concluye.
EL MOSTRADOR.

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