lunes, febrero 11, 2013

ERRORES SOBRE LA ARAUCANÍA.



Señor Director :


El señor Jorge Schaerer, una persona a todas luces culta e inteligente, ha caído en falsedades evidentes al referirse a los "mapuches" y su causa. Las investigaciones históricas, debidamente publicadas en libros al alcance de todos, han probado exactamente lo contrario a lo que él afirma, salvo algunas sesgadas por su orientación política populista.

En primer lugar, digamos que los araucanos fueron derrotados y que por esa razón se incorporaron y formaron parte de la nación chilena. Algunas campañas victoriosas en los comienzos no desmienten su sometimiento paulatino a partir de 1660, hace unos 300 años.

Los araucanos, que eran tribus segmentadas, estuvieron divididos frente a los conquistadores. Muchas comunidades colaboraron con las fuerzas dominantes y las apoyaron de manera decisiva con sus armas. Hubo prominentes caciques que las dirigieron contra sus propios hermanos de sangre.

La "nación" de que habla el señor Schaerer no era más que un conglomerado incoherente unido solamente por una lengua y costumbres comunes.

Los parlamentos fueron una imposición de la corona española para evitar el gasto de la guerra, cuando el imperio debía atender a graves peligros en Flandes, Cataluña, Portugal, el Brasil y en el Caribe. También en Chiloé y Valdivia. Aquellas reuniones jamás reconocieron la autonomía de los araucanos, que generalmente eran obligados a concurrir. La intromisión del Estado español era tan grande que los parlamentos de Negrete en 1793 y 1803 se debieron al propósito de poner paz entre las tribus, evitar sus luchas intestinas y facilitar las relaciones con ellas.

El parlamento de Tapihue (1825), mal llamado tratado por un apresurado estudioso de los asuntos indígenas, constituyó exactamente lo contrario a lo expresado por el señor Schaerer. En el artículo primero estableció el deseo de ser "una sola familia" y el cacique Francisco Mariluan, a nombre de todos los caciques, manifestó el propósito de "unirse en opinión y derechos a la gran familia chilena".

Más aún, el artículo siguiente declaró que el Estado chileno se extendía desde el despoblado de Atacama hasta la isla de Chiloé.

No obstante, se estableció un modus vivendi al sur del Biobío. Una autoridad oficial, el comisario de naciones, quedaba encargado de la vigilancia, recorriendo cada dos meses el territorio indígena; junto a cada cacique se mantendría un capitán de amigos para colaborar con ellos como autoridad del gobierno.

Los jefes indígenas recibieron instrucciones y en todo momento harían respetar las disposiciones oficiales. Al finalizar el parlamento todos gritaron ¡Viva la Unión!

Es lamentable que el señor Schaerer haya aludido a Tapihue sin conocer el texto del parlamento y la documentación anexa.

También es lamentable que se haya referido al avance republicano en La Araucanía como un genocidio. Al respecto, cabe señalar que a fines de la Colonia había unos 100 mil araucanos, que un siglo más tarde la cantidad se había duplicado y que hoy día son más de 800 mil los mayores de edad; mejor se hubiese referido a la explosión demográfica. Ha sido una de las ventajas de la incorporación y las mejores condiciones de vida a causa de la conexión con la economía chilena y mundial.

SERGIO VILLALOBOS R.
DESPIERTACHILE.CL

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