sábado, febrero 02, 2013

EN EXCLUSIVA: CABO WALTER RAMÍREZ HABLA DE SU HISTORIA, TRAGEDIA Y DOLOR PERSONAL.

CABO RAMÍREZ : "NO HAY DÍA EN QUE NO PIENSE EN MATÍAS CATRILEO".
PARA LEER LO QUE DICE EN LA FOTO PINCHE SOBRE LA IMAGEN.

Creció en medio de las comunidades mapuche, su familia ayudó a la alfabetización de la zona, pero hace cinco años fue el hombre que le disparó a Matías Catrileo. "Ese día también se arruinó mi vida", dice. Acá, él y su familia cuentan la historia.

El ex Cabo Ramírez camina al costado de la Plaza de Armas de una ciudad que no se puede mencionar, se sube a un auto cuya patente no se puede mencionar, da indicaciones por un entramado urbano cuyas calles no se pueden mencionar, antes de tomar una carretera que tampoco se puede mencionar.
Está de civil, jeans, lentes oscuros y acarreando un bolso lleno de papeles que intentan resumir su vida en Carabineros.
-Tengo la hoja de vida impecable -dice, en lo que bien podría alguien interpretar como una burla, si no se dijera eso mismo en un Oficio de Carabineros: no registra anotaciones positivas ni negativas.
-Acá puede ser -apunta.
Es una bomba de bencina que no se puede mencionar.
-Por acá.
Se baja del auto, se compra una bebida y se sienta en la última de las mesas de una especie de terraza. Dos familias, evidentemente de vacaciones, ríen a unos metros.
-Entonces, ¿en qué lugar nació?
El ex Cabo Ramírez está a punto de comenzar a contar su historia.Antes, mira a las familias. Va a comenzar a hablar. Las mira de nuevo, vuelve la cabeza hacia los estacionamientos.
-Mejor acá no.

Juan Millaqueo fue una de las primeras generaciones de mapuche en ingresar a la Fuerza Aérea de Chile: a los 13 años comenzó su formación. Era hijo de Luis Millaqueo, un conocido cacique del sector donde ahora está emplazada Teodoro Schmidt.
Juan Millaqueo llegó a ser suboficial mayor. En un viaje a Santiago se casó. Tuvo, en total, nueve hijos. Una de ellas fue Gloria, quien estudió Pedagogía en la Universidad Católica de Temuco.
Dice ella :
-Un día llegaron a la casa de mi mamá preguntando "¿Aquí es donde crían niños?". En la casa éramos muy generosos y estaba siempre llena de gente que no tenía donde ir. Recibimos esa güagüa.
La niña era Flor Inostroza, que pasó a ser una hija más en la casa de los Millaqueo. Antes de cumplir la mayoría de edad, quedó embarazada. Su hijo se llamó Walter Jonathan Ramírez Inostroza, el ex Cabo Ramírez.
Por lo joven de la madre, Gloria Millaqueo se hizo cargo de su crianza y se convirtió en su abuela.
-En ese tiempo, el gobierno militar inició un plan de alfabetización en La Araucanía, abriendo 150 nuevas escuelas rurales. Y toda la gente que iba estudiando Pedagogía en la zona partió a trabajar allá. Yo me llevé a Waltercito -dice Gloria.
Una de las primeras destinaciones fue Neltume, en esos años en la mira del gobierno militar como posible reagrupamiento del MIR.
-Los militares nos decían que todos los mapuche de ahí ayudaban a los terroristas o eran terroristas. Nosotros encontramos todo lo contrario, gente muy cariñosa, tranquila. Los papás nos decían: "Péguenles no más, porque andan muy desobedientes". Había gente de 16, 17 años sin saber leer. Fue un período lindo.
Gloria era transferida año a año a una escuela distinta, en el cargo de directora, aunque en la práctica tenía que hacer de todo. El 81 su familia había vendido los derechos de todas las tierras de su abuelo, porque, dice, nadie las ocupaba.
Junto con Walter, que cumplía la enseñanza básica, pasó por Dollinco en Freire, Niágara, en el sector Padre Las Casas y Loncoche Plom, todas después devenidas en zonas del conflicto en La Araucanía.
Ahí Walter aprendió el idioma y las costumbres mapuche.
-El 99% de los alumnos eran mapuche y yo era un mapuche más, porque sabían que la directora me había criado. Aprendí mapudungún para saber qué cosas decía el resto de mí, todavía lo entiendo sin problemas. Nos invitaban a los entierros, casamientos, nguillatunes. Mi abuela siempre se sintió orgullosa de sus raíces y me enseñó a estar orgulloso yo también. Me decía estos son tus hermanos y tienes que quererlos como tal.
Gloria Millaqueo tiene hoy 70 años y vive en Melipeuco. En el medio del living muestra un cintillo con monedas de Lautaro que ella misma hizo, saca una trutruca y sopla fuerte.
-Que lindo suena -dice.
La suelta y toma una foto de Walter de esos años.
-En ese tiempo era el único de sus compañeros con pelotas y juguetes y tenía que compartirlos con todos. Los útiles igual: yo terminaba comprándole al resto del curso.
Walter terminó su enseñanza media en Melipeuco y Cunco. En ambos pueblos le decían el "cura chico", porque acompañaba a los religiosos a las comunidades y participaba activamente de la sacristía. Contrario a la idea de Gloria, que quería que fuese profesor, comenzó a interesarse por la fuerza pública. Él lo resume así:
-Siempre que llegaba Carabineros a las comunidades, mis amigos se asustaban y decían: "Paco malo, Paco malo". Y yo les decía de vuelta: "¿Por qué Pacos malos? Pacos no malos".
Arriba, el primero a la izquierda, durante sus días en Carabineros. En la foto de abajo, su abuela Gloria Millaqueo. "Yo sabía que desde que se pusiera el casco de Fuerzas Especiales, los mapuche lo iban a tratar como un huinca más, un huinca armado", dice

La tarde del 2 de enero de 2008, Walter Ramírez y su hermana Carolina se cruzaron en Temuco. Ambos tenían planes de llevar a sus respectivos hijos al Mall de la ciudad, pero tuvieron que posponerlo: a él le habían asignado el turno de noche en la protección del predio Santa Margarita , propiedad del agricultor Jorge Luchsinger.
Esa noche habían 8 carabineros asignados al lugar. La parcela había sido uno de los sitios con más ataques incendiarios durante la década. Ramírez comenzó su turno de patrullaje a las 20 hrs. conduciendo un vehículo, con el Sargento Segundo Héctor Osorio, como copiloto.
-Era un patrullaje de rutina. Nunca sabíamos qué día podían haber actividades, porque el área de inteligencia en la zona no había sido capaz de anticipar ese tipo de información.
Ramírez y Osorio, alrededor de las 5:30 de la mañana, recorrieron la lechería, la sala de máquinas y la ternerera, todas sin novedad. Prosiguieron a la zona posterior del predio.
-Había un poco de neblina y alcancé a ver unos fardos incendiándose, daban como un humo blanco. Tomé el equipo radial y avisé que nos estaban atacando.
PISTA 12, presentada durante el juicio :
Centro de Comunicaciones: ¿Con qué elementos los estarían atacando? ¿Armamentos? ¿Piedras?
OSORIO: Con piedras y están quemando unos fardos que tenían acá, pero por la parte posterior.
Una tercera voz se escucha detrás, diciendo "mándale un balazo"
-Retrocedo la camioneta, en línea -prosigue Ramírez- , me bajo, paso la Uzi de automática a manual y hago varios disparos al aire. Entramos nuevamente, pedimos refuerzos e ingresamos otros 200 metros. Escuchamos dos tiros desde una isla vegetal, donde se veían unas 30 a 40 personas, casi retirándose del predio. Aceleré, perdí un poco el control de la camioneta que quedó cruzada justo del lado mío, mirando hacia ellos. Me bajé y me parapeté detrás de la puerta. Y disparé dos o tres tiros agachado, asomando la Uzi, hacia arriba, pero en dirección al lugar de donde escuchamos los disparos.

Walter Ramírez entró en 1996 a la Escuela de Carabineros en Valdivia. Su primera asignación fue en Río Bueno y después pasó a la Comisaría de Colina donde le tocó hacer patrullajes en zonas con niveles de delincuencia muy distintos a los lugares donde creció.
En 2004 se enteró que alguien de la tenencia de Cunco quería hacer una permuta. Postuló y la obtuvo, pero justo en medio del proceso le dijeron que lo que estaba realmente disponible era un cupo en las Fuerzas Especiales de Temuco. Pensando en la conveniencia de estar más cerca del resto de su familia, fue de todas formas. Hasta que comenzó a trabajar, no se dió cuenta lo que el traslado realmente significaría: tendría que intervenir en el Conflicto Mapuche, pero del lado del Estado.
Su abuela Gloria Millaqueo sí lo había anticipado:
-Los tiempos han cambiado mucho desde que él era niño en las comunidades. En ese tiempo no se veía ese ímpetu revolucionario: nosotros no somos un pueblo activista por naturaleza, todo esto es nuevo. Yo sabía que desde que se pusiera el caso de FFEE, los mapuche lo iban a tratar como un huinca más, un huinca armado.
El Cabo Ramírez comenzó a resentir su nueva ubicación y a darse cuenta que ya no era el hijo de la directora del colegio de la comunidad.
-Te hacen sentir a cada momento que no eres bienvenido -recuerda- , cuando acompañas a un fiscal a dejar una notificación, las sras. te dan a palo limpio y cuando pasas en la camioneta ves como lentamente los niños se agachan a recoger piedras. Al menos yo, en los allanamientos trataba de ser muy respetuoso. Es un trabajo muy duro. Estuve en la zona roja misma: Pidima, Temucuicui. Estuve a punto de separarme de mi mujer, uno no vuelve a su casa en meses, dormíamos ahí mismo, teníamos que hacer iglúes con fardos para no congelarnos, nos daban una ropa de lona. La comida muchas veces la recibíamos de los forestales.
La relación con los dueños de los predios que cuidaban no era siempre la mejor: muchas veces ni nos saludaban y dejaban la leña bajo candado. Carolina Ramírez, hermana del Cabo, dice:
-Era algo que le dolía mucho. Exponerse para cuidar cosas que no eran de él y el trato que les daban era el mismo que al resto de los animales del predio.

Walter Ramírez dice que la primera vez que escuchó el nombre de Matías Catrileo fue por radio. La prensa informó que pasada las 7 de la mañana, un comunero, que se identificó como Rodrigo llamó a la Radio Bío Bío contando que estaba siendo perseguido por un grupo de 50 carabineros tras haber concluido una recuperación pacífica de tierra apoyada por la CAM y que llevaban el cuerpo de un manifestante herido por unja subametralladora.
-Recién ahí pensé: chuta ¿habrá sido uno de mis disparos? Hablé con un Superior que me dijo que estuviera tranquilo. Pasé de largo ahí en el fundo. Recién a las 3 de la tarde me llevaron a la Fiscalía Militar, me tomaron declaración y me dejaron detenido.
A las 13:30 hrs. los comuneros entreegaron el cuerpo de Catrileo a las autoridades, con mediación de la Iglesia Católica y la Defensoría de Temuco. No se detuvo ni se tomó declaración a nadie más del grupo.
A las 6 de la tarde se efectuó la autopsia, guiada por las doctoras Olivia Escobar y Viera Barrientos. El cuerpo presentaba heridas en brazos y piernas por el extenso tramo que fue arrastrado tras recibir el impacto, pero no cifra el horario exacto del fallecimiento. El informe precisa dos impactos de bala, uno en ql quinto dedo de la mano derecha y otro de carácter mortal, en el tronco costal derecho, pero se deduce que ambos provienen del mismo proyectil, que ingresó por el frente del fallecido y salió por la espalda.
4 días después, familiares de la víctima entregaron a investigaciones la polera que ocupaba Catrileo la mañana en que fue herido.
-Fue una de las 2 razones por la que el caso terminó como terminó -dice Gaspar Calderón, abogado del Cabo Ramírez- Se aceptó una prueba sin cadena de custodia y que resultó resultados bastantes contradictorios.
La Fiscalía Militar, posteriormente, encargó otro informe a la PDI. Los resultados fueron totalmente opuestos: según las concentraciones de plomo, Catrileo fue herido mientras estaba de espalda. La doctora Barrientos respondió por escrito a ese examen, acusándolo de incluir 9 páginas copiadas y pegadas de un resumen emitido por la Universidad de Valencia y de irregularidades como la falta de sangre humana en la polera presentada y que las trazas de metales eran superiores en la prenda en ralación a los tejidos orgánicos, en sí un contrasentido.
El SML de Santiago zanjó el tema, aunque también con dualidad: pese a reconocer que la inspección ocular primaria es la más efectiva, estimó que la trayectoria fue de atrás hacia adelante.
Ramírez, que estuvo que estuvo 28 días en prisión preventiva, recibía estos informes y sabía del efecto que causaban entre las comunidades mapuche: uno de los suyos había caido ametrallado por la espalda. Para cuando comenzó el juicio, su optimismo decaía.
El abogado Calderón:
-La segunda cosa que nos costó el caso fue que el Consejo de Defensa del Estado tomara parte. El Cabo estaba esa noche ahí por una orden del Estado, no porque él quisiera.

Su voz en la grabación de los hechos y el tipo de arma utilizada terminó por hundir a Ramírez. "No existe equivalencia entre las agresiones percibidas por parte de los funcionarios y los medios empleados para
repelerlas, esto es, efectuar 5 ó 6 disparos con un arma de fuego automática y de largo alcance", se lee en el fallo.
Jorge Luchsinger también declaró y relató el episodio tras el cual el Cabo Ramírez fue destinado a cuidar el predio.
"Ocho personas encapuchas ingresaron a mi casa, me agredieron con un culatazo en la cara resultando con fractura de nariz y dentales; me patearon en el piso de la casa, lo que fue escuchado por un amigo de Santiago con el que hablaba por teléfono. Después me tiraron afuera, donde me junté con mi mujer, a la que trataron mejor. Nos pusieron del lado de uno de mis vehículos donde uno de los encapuchados nos dijo: Ahora comienza la función. Quemaron la camioneta y después la casa pieza por pieza con bombas molotov. Le pregunté a una de esas personas que conseguían con eso, (y me dijo) que éramos extranjeros, que las tierras eran de ellos y que nos fuéramos. Después de eso me vive a vivir a Temuco".
El Cabo Ramírez fue condenado en agosto de 2010 a 3 años y 1 día de libertad vigilada por violencia innecesaria con resultado de muerte. El fallo no dejó tranquilo a ninguna de las partes. Él, para ese entonces, ya estaba lejos de La Araucanía.
Los días posteriores a la detención del Cabo Ramírez, 2 individuos estuvieron preguntando en los alrededores del retén su dirección particular. Según Carabineros, en la villa donde vivía apareció una camioneta extraña al sector. En unas pocas horas, un camión había sacado todas las cosas de su casa. Recibió amenazas telefónicas y por correo.
Su señora, que estaba matriculada en Ingeniería Civil en la UFRO, tuvo que cancelar los planes por motivos de seguridad.
Por gestión del entonces General Director de Carabineros, Alejandro Bernales, fue destinado a Coyhaique. La tranquilidad duró hasta septiembre de 2010 cuando el diputado René Alinco dió con el dato: el policía que le disparó a Catrileo estaba en su distrito.
Fue nuevamente trasladado, ahora a Santiago. Estuvo una semaña agregado a la plana mayor de Logística, pero luego fue al Departamento Equino.
-Terminó de chofer, limpiando y pintando -dice Gloria Millaqueo.
El contacto presencial con ella ha disminuido al mínimo, hay algunas comunidades más activas cerca de Melipeuco.Las veces que Ramírez ha ido ha sido de noche y se va al amanecer. Temuco, ciudad donde vive su madre, también la evita.
-Ha sido su otra condena -cuenta su hermana_ . No poder estar en la tierra que quiere, donde creció. Mi mamá tiene cáncer terminal al útero y el doctor dice que todo el stress del caso pudo haberlo causado.
Los primos de su familia materna, los Millaqueo, les han pedido que no los nombre ni los busque: varios viven en las comunidades en conflicto. Otro tiene un cargo relevante en una de las instituciones que coordinan la causa.
-Me he tenido que alejar de ellos y lo entiendo, porque lo expongo. ¿Qué pasa si el vecino del frente es de la causa? Si me ven entrar, les van a quemar la casa. Yo puedo causar daño y me trato de alejar lo más posible. No me siento un enemigo de los mapuche, pero ellos me ven así. Siempre pienso en los 39 restantes que estaban esa mañana; si me hubiesen querido encontrar, supongo que lo habrían hecho, pero uno nunca sabe. He tomado hartas precauciones Termino viviendo como gitano; en 7 ciudades duranten 4 años.
El Cabo Ramírez dejó la Iglesia; cree en Dios, pero desde la mañana que le disparó a Matías Catrileo no toma parte de ninguna actividad religiosa.
A principios de diciembre pasado, una compañera de curso le preguntó a su hijo de 12 años si su papá era el que había matado a un mapuche. Ramírez decidió que el niño no fuera a clases en lo que restaba el año.
Con su licenciamiento de Carabineros, recomendado por el Gobierno pese a un dictámen de Contraloría, la preocupación por su seguridad creció aún más.
-Yo quiero asegurar mi casa -dice su hermana- . El pueblo es tranquilo, pero siempre aparece gente para reclutar nuevos cabros. Y si quemaron a 2 agricultores ricos en una casa, ¿qué problemas pueden tener para hacerle algo a Walter?.
A pocas cuadras de ahí, Gloria Millaqueo toma aire y dice :
-Si quieren, que vengan para acá. ¿Qué me van a hacer algo, si yo eduqué a la mitad de esos cabros que andan de revolucionarios?

-Acá está mejor.
El Cabo Ramírez se sienta en el piso de la fachada de atrás de la bomba de bencina ubicada en el lugar que no se puede mencionar.
-Uno se acostumbra a estar pendiente de todo, de mirar siempre a la espalda.
Ha pasado una semana desde que Carabineros lo licenciara definitivamente, baja justificada en la mala reputación que le ocasiona a la Institución tenerlo en sus filas y que su defensa está apelando.
-Me duele que me digan asesino, porque asesino es alguien que planea matar, que lo hace a propósito. Esto fue un accidente. Era la primera vez que usaba mi arma en un procedimiento y me quieren hacer aparecer como un loco con metralleta. Entiendo el dolor de la familia del joven, pero están cargados de mucho odio, de sed de venganza. Todos tienen responsabilidades: si mi hijo cruza mal la calle y lo atropellan, yo no puedo irme contra el chofer sin pensar qué responsabilidades me cae a mí.
Mario Catrileo :
-Que yo sepa, ni ha pedido disculpas.No tengo ninguna opinión de él. No lo conozco. No sabía que había crecido con mapuche, eso no quita nada. Tal vez el lavado de cabeza que le hace la Institución es tan grande, que terminan odiándolos.
En el tiempo fuera de la Institución, el Cabo Ramírez dice que ya ha recibido varias ofertas de trabajo.
-Hay gente que me apoya, otra que se me ha acercado y me dice: "yo en tu situación le hubiese disparado a 10". Es muy incómodo, porque yo lamento mucho que el joven haya muerto. Ese día también se arruinó mi vida.
-A partir de ese disparo la situación sólo empeoró. ¿No se arrepiente de haber disparado?
-No me arrepiento de cómo actué, fue lo que tenía que hacer. No había otra salida. Lo otro era salir arrancando por los choclos y uno, como carabinero, no está preparado para tener esas reacciones. Y no son situaciones comparables, todas las vidas son igual de valiosas, pero el joven falleció durante una quema en un fundo que no era de su propiedad, ni siquiera reclamado por sus ancestros, mientras la pareja de abuelos falleció en su casa, no cometiendo ningún delito.
-Una familia mapuche recibió a su madre y lo crió a usted. ¿Cómo se sentía cuando debía ir a cuidar fundos reclamados?
-Es que nunca pensaba estar en contra o a favor de los mapuche; pensaba en hacer mi trabajo. Entre la gente que hace los ataques tampoco sólo hay mapuche: hay chilenos, extranjeros. Elloos no defienden un pueblo, defienden un ideal. Yo no creo en el conflicto mapuche, no creo que exista. Creo que hay gente que quiere conseguir cosas materiales. Mi familia también podría estar exigiendo tierras de sus ancestros, pero eligieron hacer otras cosas.
Un día después, entre cintillos y la trutruca, su abuela dirá :
-Los mejores campos los tienen los colonos y ellos no se han preocupado de tener mejor a los mapuche, les den puras sobras, les pagan mal, los mantienen pobres. No justifico la violencia, pero entiendo la rabia. Y más encima ponen a otro mapuche, con un arma así, con balas de verdad, a proteger esos predios que deberían estar con seguridad privada, pagada por los dueños... La mitad de los Carabineros de Temuco tienen algún vínculo mapuche. El Gobierno pone a hermanos a pelear con hermanos, es una locura.
Pasa un camión. Ramírez para de hablar. Sólo cuando el vehículo ya no se ve, sigue :
-No hay día que no piense en Matías Catrileo. A veces pienso en esa mañana; ¿qué tenía que andar haciendo ese niño criado en Santiago ahí esa mañana? ¿Por qué a mí, que crecí entre mapuche, me tocó algo así, tener este papel en esta tragedia?
Para de nuevo.
-Lo que de verdad lamento es eso, que por circunstancias del destino nuestras vidas se hayan cruzado en ese punto.

ENTREVISTADO POR : RODRIGO FLUXÁ DESDE TEMUCO PARA DIARIO "EL MERCURIO".

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