... //DESDE ESTE LADO DE LA TRINCHERA//...: COLOMBIA : CLAVADOS Y ENCLAVADOS.

No hicimos nada de lo que nos recomendaron los expertos. Pero, en cambio, sí algo que nos advirtieron no hacer: presentar "excepciones previas" ante la Corte de La Haya.

Los mejores internacionalistas de Colombia, como Germán Cavelier, Alberto Lozano Simonelli, Enrique Gaviria Liévano, Rafael Nieto Navia y Juan Daniel Jaramillo, entre otros, duraron años advirtiéndonos, en todos los tonos, que el pleito limítrofe con Nicaragua lo íbamos a perder.

El origen de todo es que, con inaudita pasividad, Colombia se aguantó que la junta sandinista de Nicaragua cometiera el acto ilícito internacional de desconocer, 50 años después de haber sido firmado, el tratado Esguerra-Bárcenas, que repartía con Nicaragua las islas y cayos en el Caribe y fijaba delimitaciones con el meridiano 82.

Ante la inminencia de catástrofe, reputados profesores internacionales contratados por Colombia apoyaron a los nacionales en recomendarnos, en secreto, unas movidas que nunca hicimos. Una, retirarnos del Tribunal de La Haya.

Cuando comprendimos esa necesidad, procedió a hacerlo el canciller Guillermo Fernández de Soto, pero muy tarde y fue inocuo: la Convención de Viena advierte que los retiros no entran en vigencia sino un año después de ocurridos, y Nicaragua, como era apenas lógico, presentó su demanda al día siguiente. La Haya la aceptó. Fue un atropello. Esa corte no tiene atribución para hacer modificaciones limítrofes o trazar fronteras mediante una solicitud unilateral de un país, en este caso Nicaragua. Según Lozano Simonelli, en su libro La amenaza de Nicaragua, desconocer la delimitación jurídica ya realizada en virtud de un tratado "no fue una divergencia jurídica entre Nicaragua y Colombia. Fue una patanería internacional".

Los internacionalistas también habían recomendado una segunda movida: retirarnos del Tratado de Soluciones Pacíficas, que nos amarraba a la Corte de La Haya. Tampoco lo hicimos, que dizque porque nos daba pena ese desplante con algo que se llama 'Pacto de Bogotá'. ¡El cual, incluso, como lo alegó un Presidente de Colombia, hasta había sido firmado en el Gimnasio Moderno!

No hicimos nada de lo que nos recomendaron los expertos. Pero, en cambio, sí algo que nos advirtieron no hacer: presentar "excepciones previas" ante la Corte de La Haya. Porque ello implicaba que Colombia avalaba la existencia de un proceso que se abría en su contra por un tratado legalmente vigente. Y ahí sí que ya quedamos engarzados en este pleito hasta el fallo final.

Otro elemento de esta derrota se llama Corte de La Haya. Está compuesta por un cuerpo de jueces no necesariamente sabios en derecho internacional, llegados ahí a través de los vericuetos de la horrorosa burocracia de la ONU y no exentos de escándalos, como el de un juez argelino al que compraron con un millonario soborno. Se dice que varios de ellos se reunían a solas con los negociadores nicaragüenses. (Quién sabe si primaron maniobras de compañías petroleras previamente contactadas por el gobierno nica...). Del equipo formó parte un juez neozelandés íntimo amigo de Nicaragua, y un brasileño muy enemigo de Colombia porque su esposa, colombiana ella, fue despedida de mala manera de nuestra Cancillería.

También influye que unos jueces que sesionan desde La Haya, con cara de haber sido remojados en formol, no tienen el criterio y olfato político de considerar que, al clavar y enclavar a Colombia en su mar Caribe, le están entregando valiosas aguas a un sátrapa. El presidente Daniel Ortega es notable por su insaciable codicia de poder y escaso compromiso con la democracia.

Sobre el equipo que culminó las negociaciones colombianas, una última inquietud. El fallo de la Corte de La Haya que desfavoreció de tal manera a Colombia fue unánime. Las decisiones en los procesos judiciales se basan tanto en los alegatos como en las omisiones. Todo lo manejaron en total secreto, hasta de los más interesados, los pescadores de San Andrés. Doctores Fernández de Soto y Londoño Paredes: ¿aquí qué pasó?

HABÍA UNA VEZ... ¿El presidente Ortega se quitará la chompa para bañarse en el mar Caribe?