viernes, junio 15, 2012

CIEN AÑOS DE INFAMIA COMUNISTA.

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Como muchos sabréis, Luis Emilio Recabarren es el artífice del movimiento obrero chileno de inicios del siglo XX y el fundador del Partido Obrero Socialista y luego, en 1918, es uno de los fundadores del Partido Comunista de Chile.


Lo que puede que no sepáis es que, de acuerdo a la historia oficial, el gran Luis Emilio Recabarren se suicidó el día 19 de diciembre de 1924.

A su vez, Vitecindo Reusser Estay fue un aguerrido dirigente sindical del cobre, primero, y del carbón, después, y uno de los fundadores del hoy desaparecido Partido Democrático.

Vitecindo Reusser también es mi bisabuelo, y transmitió en sus últimos años de vida a sus hijas y nietos (y de estos a los bisnietos, como es mi caso) una cantidad formidable de hechos, las cuales repetía con frecuencia para que pudieran recordarlas, más que como clases de historia, como lecciones de vida.

El relato que atañe al título de esta nota, y que transmito a ustedes más de 45 años después de que fuera pronunciado, es el siguiente:

Luis Emilio Recabarren, tras una forzosa estadía en Argentina, había llegado a la convicción que lo que mejor representaba los intereses de la clase obrera y campesinado eran los postulados del Partido Comunista de la Unión Soviética y, por supuesto, el modelo de sociedad que emergía sobre la base de sus postulados.

Luego, a su regreso al país, fundó el Partido Comunista de Chile y cuatro años más tarde, en 1922, recibió una invitación para participar del Congreso de la Internacional Comunista en la URSS, pero carecía del dinero necesario para sobrellevar los gastos del viaje y la estadía hasta ese extremo del mundo. Los muy empobrecidos obreros del salitre, que eran su base y plataforma política primaria, no podían afrontar esos costos.

Se dirigió entonces a su amigo Vitecindo Reusser, dirigente de los trabajadores del cobre de la mina El Teniente, para solicitar su ayuda. Vitecindo accedió a respaldar su petición ante los trabajadores del cobre para financiar el viaje a la URSS de Recabarren, pero le impuso una condición personal para apoyarle: que a su regreso le contara personalmente, e independientemente de su discurso público como dirigente de partido, que tan bueno era el sistema comunista para los trabajadores, porque aunque él no era comunista, si el modelo era en la práctica tan bueno como se decía, tendría que replantear varias cuestiones.

Recabarren aceptó la condición y del viaje regresó un año después cumpliendo su promesa: lo triste era que las noticias que traía no eran buenas, pues el país de Lenin difería enormemente de la sociedad ideal de la que les habían hablado y de la que él a su vez actuaba como impulsor en Chile. Entre los muchos defectos, según Recabarren lo más crítico era que la falta de libertades de los propios obreros y campesinos era asfixiante.

Luis Emilio Recabarren estaba profundamente decepcionado y para él era evidente que en Chile su Partido Comunista estaba engañando a quienes pretendía representar, ofreciéndoles una sociedad ideal y un modelo de vida que en la práctica no era viable ni deseable.

Si Recabarren dijo algo sobre el futuro del movimiento o su participación en el mismo en esa conversación privada, eso no ha llegado a nosotros o se ha perdido en el camino.

Lo que si sabemos es que a partir de entonces el interés de Recabarren por la vida partidaria decayó, negándose incluso a ser candidato a cargos de representación popular por el Partido Comunista o a hacer campaña política en favor del mismo.

Luego, casi un año después de su regreso de Rusia, se suicida en circunstancias no aclaradas.

Fue convicción de Vitecindo Reusser, hasta el día de su muerte en 1962, que su amigo Luis Emilio Recabarren fue víctima de un asesinato político.

Con ojos actuales, el crimen político es una bestialidad sin nombre, pero en aquella época, en Chile, no eran poco comunes y los encargaban todos los sectores, con prescindencia de su ideología.

¿Por qué les hablo del asesinato de Recabarren?.

Porque en El Mercurio del 27 de abril de 2008 aparece un artículo del Prof. Dr. Victor Farías sobre una revelación que le hiciera el histórico Clotario Blest:

De Luis Emilio quiero contarle algo terrible y desconocido. Cuando vinieron a contarme que había muerto corrí hasta su casa y alcancé a ver su cadáver. Me dijeron que se había suicidado, pero en las murallas y muebles conté más de 20 huellas de bala. Hubo lucha. Como estaban las cosas, estoy seguro de que lo mataron los comunistas. Ningún suicida tiene tan mala puntería. Recabarren había vuelto desilusionado de la Unión Soviética”.




CARLOS REUSSER MONSALVEZ.
DESPIERTACHILE.CL

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