sábado, junio 24, 2017

MADURO, CARIOLA Y GUILLIER.


Hace algunos días, la diputada comunista, Karol Cariola señaló que el régimen de Maduro en Venezuela no era una dictadura porque llegó al poder por vía electoral. No tendría mayor importancia si sólo fuera diputada comunista, que de manera coherente ha apoyado la dictadura de Fidel y Raúl Castro y ha respaldado el régimen de Maduro. Lo interesante es que ahora, además, Cariola es vocera del candidato Alejandro Guillier.
Con ese argumento, pareciera que la diputada ignora, omite conscientemente, o sencillamente está de acuerdo con la grave crisis social, económica e institucional ocasionada por Hugo Chávez y profundizada por Nicolás Maduro. Ciertamente, no sorprende la falta de objetividad al momento de analizar los problemas de los aliados del Partido Comunista.
Desde que la OEA empezó a existir, ningún país se había retirado de la organización. Con la decisión unilateral de Nicolás Maduro –no le preguntó al congreso, en el que hay mayoría opositora– se crea un ambiente de incertidumbre. Con la decisión no solo se excluye a Venezuela de la Carta Democrática, sino que rompe relaciones con una organización que da diferentes beneficios a los venezolanos, como, por ejemplo, el acceso a medicamentos.
Las declaraciones de Cariola son especialmente preocupantes, no solo por su indolencia con las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela, que ya cuenta con decenas de muertos en las protestas, sino porque es vocera del comando presidencial del candidato de continuidad del actual gobierno. En esta materia no se puede tener doble discurso, por lo que es necesario que el comando de Guillier se pronuncie si es que la posición de su vocera es la oficial de su candidatura, para entender si en su posible gobierno Chile tendrá un doble discurso en materia de DD.HH. El candidato mismo debería tener una posición clara, considerando que es periodista, una de las profesiones más perseguidas por la dictadura de Maduro.
Nuestro país ya ha vivido situaciones vergonzosas a nivel internacional, como cuando Michelle Bachelet no fue capaz de condenar la violación de los derechos humanos en Alemania Oriental y mostró tan solo su “agradecimiento”. O cuando consideró al dictador Fidel Castro como un “líder de la dignidad y la justicia social”. No debemos repetir lo anterior con el caso venezolano. La represión, los presos políticos y la vulneración del Estado de derecho por parte de Maduro, no puede tener la complicidad de Chile, ni durante la campaña presidencial ni durante el ejercicio de un gobierno  democrático.

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