miércoles, febrero 22, 2017

VERGONZOSA PROHIBICIÓN DEL GOBIERNO CUBANO.



Al haber impedido el ingreso de Mariana Aylwin a la isla, se confirma que el régimen castrista continúa hostigando gravemente a la disidencia.


EL GOBIERNO cubano prohibió abruptamente la entrada al país de la exministra y dirigente política de la Democracia Cristiana, Mariana Aylwin, quien se aprontaba a recibir un reconocimiento en memoria del expresidente Patricio Aylwin, otorgado por una organización ligada a Rosa María Payá, conocida disidente cubana. Esta agraviante medida fue objeto de un trasversal rechazo político en nuestro país; acertadamente la Cancillería chilena también lamentó profundamente esta situación, haciendo ver que el ejercicio de este derecho no debería ser impedido, y por lo mismo se hará presente a las autoridades cubanas el malestar por esta acción; también se resolvió llamar a informar al embajador chileno en La Habana.
Es positivo que a nivel oficial se haya dado una respuesta contundente a esta acción de amedrentamiento por parte de la dictadura cubana, porque ello permite poner de relieve que las prácticas de hostigamiento hacia las fuerzas opositoras siguen plenamente vigentes, lo que exige su denuncia no solo por los canales diplomáticos sino también en los distintos foros internacionales. La ceremonia a la que estaba invitada la exministra contempla la visita de varias otras personalidades -entre ellas el secretario general de la OEA, quien también sería homenajeado-, lo que no hace sino ratificar que es una política dirigida selectivamente hacia personas que incomodan al régimen.
La medida adoptada por el gobierno cubano es plenamente consistente con lo que han denunciado distintas organizaciones que vigilan el cumplimiento de los derechos humanos alrededor del mundo, entre ellas Human Rights Watch (HRW), la cual ha denunciado que “el gobierno cubano continúa con la represión a disidentes”. Si bien el régimen recurre menos a las penas de cárcel como amedrentamiento, HRW hace ver que “las medidas arbitrarias de corto plazo como arresto de defensores de DDHH, periodistas independientes y otros se han incrementado dramáticamente en los últimos años”.
La excesiva consideración de varios de los gobernantes de América Latina hacia la dictadura de los hermanos Castro ha permitido que hasta ahora el régimen continúe impunemente con estas prácticas, y los esfuerzos por lograr la apertura comercial del país -principalmente llevados a cabo durante la administración de Barack Obama- no han rendido fruto alguno en materia de libertades civiles. Por el contrario, pareciera que el régimen ha encontrado una zona de comodidad que le permite disfrutar de los beneficios de una mayor integración comercial sin ceder ni flexibilizar los rígidos controles políticos. Es evidente que ello también ha sido favorecido por la inacción de los principales organismos regionales, que simplemente han preferido ignorar lo escandaloso que implica la perpetuación de una dictadura por más de 50 años.
Estos acontecimientos inevitablemente tendrán repercusión al interior de la Nueva Mayoría, abriendo un nuevo foco de fricción entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista; uno de los dirigentes de esta última colectividad, de hecho, tildó como una “provocación” el viaje de la exministra. La defensa de la democracia, los derechos humanos y las libertades civiles debería ser un factor que concitara la unidad en cualquier coalición; por ello es anómalo que convivan visiones tan disímiles al respecto.

Editorial La Tercera.

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