lunes, diciembre 02, 2013

A.C.: AIRE COMPRIMIDO.

Si alguien cree que no va a haber Asamblea Constituyente es que no sabe nada del Chile actual. Es como creer que los jueces de izquierda les van a respetar las leyes a los militares. Hace 22 años Patricio Aylwin decía, en carta a la Corte Suprema, que su gobierno respetaba la Ley de Amnistía.

Y en ese tiempo los Tribunales también la respetaban. Eso se llamaba "Estado de Derecho". Bueno, para que usted lo sepa, éste se acabó en Chile. No existe más. La primera vez que los jueces de izquierda atropellaron las leyes para condenar a los militares usted dijo, como el Pastor Niemöller, "no me importa, porque no soy militar". Bueno, ahora le va a tocar a usted. La Asamblea Constituyente va y, sea lo que fuere lo que salga de ahí, lo va a afectar a usted.

Así como en los '90 sólo los abogados comunistas propiciaban desconocer la legalidad a los militares, y los jueces rechazaban las querellas y aplicaban las leyes en tales procesos (pues los magistrados de izquierda eran minoritarios e incluso uno de ellos, Carlos Cerda, recibía sanciones de la Corte Suprema por no respetar la amnistía ni la prescripción ni la verdad de los hechos), ahora eso ha cambiado y TODOS los Tribunales, casi sin excepción (sólo la Corte de Rancagua recientemente acometió un acto de heroísmo y exculpó a Carabineros de las muertes de los frentistas Cecilia Magni y Raúl Pelegrín, muertes que les había imputado el sesgado Informe Rettig) desconocen la legalidad. Y algunos letrados proceden con saña, como el ministro Mesa, de Temuco, que ha encarcelado a 25 ex uniformados por hechos de hace cuarenta años.

Bueno, la misma evolución la va a vivir el tema de la Asamblea Constituyente: hoy sólo la extrema izquierda y el comunismo se juegan por ella abiertamente, pero mañana, sin que se sepa todavía cómo, la tendremos sesionando.

Porque en Chile, cuando nos llega el momento de darnos el balazo en el pie, siempre se hace lo que mandan los comunistas. Ahora han vendido el slogan "Asamblea Constituyente" y éste se ha hecho carne en la gente. Acabo de asistir a una conferencia de un distinguido hombre público de derecha, quien reveló haber ido a comprar a una farmacia donde el vendedor, reconociéndolo, le dijo: ¿"Por qué usted no apoya la Asamblea Constituyente, si ésa es la forma de arreglar nuestros problemas?". La mercadería de contrabando ya está "vendida". Y ha sido "comprada".

Pero la Asamblea Constituyente no es nada. Sólo aire. Pero aire comprimido, que, entre paréntesis, es explosivo. Nadie sabe ni se pregunta quiénes van a integrarla. ¿Cómo se va a elegir a sus miembros? ¿Cuántos van a ser? ¿Qué plazo van a tener para redactar una nueva Constitución? ¿Qué va a decir esa Constitución? ¿Va a haber una monarquía, una república federal, una "democracia popular", un régimen presidencial o uno parlamentario, una o dos cámaras y de cuántos miembros? ¿Cuál va a ser el sistema electoral? ¿Cuál la división del país? ¿Va ella a fijar hasta el salario mínimo, como en Brasil? ¿Cómo se van a aprobar las leyes y con qué quórum? ¿Habrá algo que quede a salvo de la simple mayoría? ¿Podrá una mayoría ocasional quitarle a usted todo lo que tiene? ¿Qué quórum va a haber para darle poderes especiales al Jefe del Estado para gobernar por decreto durante un año, como Maduro?

Ni el boticario que atendió al hombre público ni el ciudadano común es capaz de dar respuesta a ninguna de esas preguntas, que ni siquiera, seguramente, se han formulado. No obstante, la mayoría es partidaria de la Asamblea Constituyente y está convencida de que, cuando haya una, los problemas nacionales (y muy en particular el del saldo deudor de sus tarjetas de crédito, por ejemplo) se van a ver solucionados.

Pero la tal Asamblea es sólo aire. No hay nada allí. Sin embargo, la mayoría vota por ella. Pero contiene aire comprimido, el cual, cuando se descomprima, va a generar un estallido, un cambio muy grande, una transformación. Por eso el mismo ya dos veces citado hombre público, en su brillante conferencia, reveló que un inversionista extranjero le había confidenciado un pronóstico para América del Sur: "Argentina va a ser la próxima Venezuela; Brasil va a ser la próxima Argentina; y Chile va a ser el próximo Brasil".

Para ser sólo aire, aunque comprimido, no es pequeño el cambio que A. C. va a provocar.

Hermógenes Pérez de Arce.

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