MARX, ENGELS Y LENÍN... SON GUÍAS DE ACCIÓN.
"Los comunistas integraron la UP alcanzando su mejor rendimiento electoral, pero igual coparon la calle, gritando “No a la guerra civil” que propugnaban socios de la UP y el MIR (la lucha armada). Sin duda repetirán la estrategia callejera..."
Parecen ciertos los pronósticos que se han hecho sobre un futuro político incierto y tenso. Por las enardecidas expectativas de cambio pregonadas por el eventual próximo gobierno, bajo la duda de concretarlas a tiempo, pese a contar con mayorías en el Congreso. Por la presión social para empujarlas de grupos automarginados del sistema, que amenazan con incesantes “acciones” de protesta, y por otro factor: las “acciones” de quienes han declarado que seguirán “con los pies en la calle”, no obstante ser aliados de la multipartidaria triunfante. Me refiero a las declaraciones comunistas. Ellas no debieran sorprender, en verdad, porque nunca han abandonado la calle, participando o no del ejercicio democrático. Es ADN.
Ocurrió bajo las tres presidencias radicales (1938-1952). Las apoyaron electoralmente y siendo parte del gobierno, pero instigando cuanta campaña de agitación obrera y estudiantil se presentaba posible. Siempre con buenos dividendos en términos de desempeño electoral. En 1937 contaban con 3 diputados; en 1945, con 16. Miembros socialistas del bloque gobernante los acusaron de “oportunistas”. Entre 1958 y 1970 hicieron lo propio como opositores absolutos de los partidos y mandatarios correspondientes, pero entonces junto a los críticos de antes (el FRAP). Integraron la UP alcanzando su mejor rendimiento electoral (25 diputados), pero igual coparon la calle, gritando “No a la guerra civil” que propugnaban socios de la UP y el MIR (la lucha armada). Sin duda repetirán la estrategia callejera. “Somos de ahí, estamos ahí todavía”, dijo una dirigente recién electa.
Se me podrá decir que la Guerra Fría no existe, que el marxismo es cuento del pasado y que desapareció el comunismo soviético. Es cierto. Mas, curiosamente, el lenguaje y la conceptualización del PC criollo continúan intactos. No olvidemos —mejor, no olviden los integrantes de la Nueva Mayoría— que hasta el año 2010 el PC fue adversario acérrimo de la Concertación: “20 años de un nuevo bloque de clase en el poder” —aseveran—, que bajo nuevas formas de dominación buscaba consolidar la esencia del proyecto trasnacional, asegurando la estabilidad indefinida del capitalismo.
Todavía sostienen que no basta con conquistar el gobierno: se necesita que el pueblo ejerza la totalidad del poder. “La revolución será el resultado de la unidad y de la fuerza del pueblo”. Su culminación es el Estado socialista, “etapa suprema de democracia”. ¿La exigencia? Una activa participación de masas “y el empleo de la fuerza en diversas formas”. Su presidente instó a la militancia “a insertarse de lleno en las organizaciones sociales de masas en todo ámbito y nivel”. No es invención mía, léanse los documentos que rigen para ellos (página web del PC).
Escucho: “¡Olvídate! No tienen peso”. Respondo que desde 2001 propusieron formar la Nueva Mayoría integrando a todas las corrientes, “en particular al pueblo cristiano” y varios “cambios estructurales” que postula el conglomerado homónimo. Escucho: “¡El marxismo murió!” Pero ellos aseguran: “Marx, Engels y Lenin mantienen plena vigencia y sustentan nuestras definiciones ideológicas, son guía de acción”.
No es terrorífica la participación PC en el Congreso. Al revés. Pero es lícito encontrar, amén de “oportunista”, perversa e irresponsable para la democracia su estrategia de “doble filo”. Es lícito preguntarse cuánto de la visión señalada asumen como propia el conglomerado y su candidata. No creo sea mera diferencia de “matices”, como manifiestan senadores DC. De no ser así, habrá que demostrar auténtico liderazgo para disciplinar tanta diversidad partidaria, decidir la vía y el ritmo con el cual se quiere materializar el programa. Sin contar con otros grupos que también estarán en la calle.
Ocurrió bajo las tres presidencias radicales (1938-1952). Las apoyaron electoralmente y siendo parte del gobierno, pero instigando cuanta campaña de agitación obrera y estudiantil se presentaba posible. Siempre con buenos dividendos en términos de desempeño electoral. En 1937 contaban con 3 diputados; en 1945, con 16. Miembros socialistas del bloque gobernante los acusaron de “oportunistas”. Entre 1958 y 1970 hicieron lo propio como opositores absolutos de los partidos y mandatarios correspondientes, pero entonces junto a los críticos de antes (el FRAP). Integraron la UP alcanzando su mejor rendimiento electoral (25 diputados), pero igual coparon la calle, gritando “No a la guerra civil” que propugnaban socios de la UP y el MIR (la lucha armada). Sin duda repetirán la estrategia callejera. “Somos de ahí, estamos ahí todavía”, dijo una dirigente recién electa.
Se me podrá decir que la Guerra Fría no existe, que el marxismo es cuento del pasado y que desapareció el comunismo soviético. Es cierto. Mas, curiosamente, el lenguaje y la conceptualización del PC criollo continúan intactos. No olvidemos —mejor, no olviden los integrantes de la Nueva Mayoría— que hasta el año 2010 el PC fue adversario acérrimo de la Concertación: “20 años de un nuevo bloque de clase en el poder” —aseveran—, que bajo nuevas formas de dominación buscaba consolidar la esencia del proyecto trasnacional, asegurando la estabilidad indefinida del capitalismo.
Todavía sostienen que no basta con conquistar el gobierno: se necesita que el pueblo ejerza la totalidad del poder. “La revolución será el resultado de la unidad y de la fuerza del pueblo”. Su culminación es el Estado socialista, “etapa suprema de democracia”. ¿La exigencia? Una activa participación de masas “y el empleo de la fuerza en diversas formas”. Su presidente instó a la militancia “a insertarse de lleno en las organizaciones sociales de masas en todo ámbito y nivel”. No es invención mía, léanse los documentos que rigen para ellos (página web del PC).
Escucho: “¡Olvídate! No tienen peso”. Respondo que desde 2001 propusieron formar la Nueva Mayoría integrando a todas las corrientes, “en particular al pueblo cristiano” y varios “cambios estructurales” que postula el conglomerado homónimo. Escucho: “¡El marxismo murió!” Pero ellos aseguran: “Marx, Engels y Lenin mantienen plena vigencia y sustentan nuestras definiciones ideológicas, son guía de acción”.
No es terrorífica la participación PC en el Congreso. Al revés. Pero es lícito encontrar, amén de “oportunista”, perversa e irresponsable para la democracia su estrategia de “doble filo”. Es lícito preguntarse cuánto de la visión señalada asumen como propia el conglomerado y su candidata. No creo sea mera diferencia de “matices”, como manifiestan senadores DC. De no ser así, habrá que demostrar auténtico liderazgo para disciplinar tanta diversidad partidaria, decidir la vía y el ritmo con el cual se quiere materializar el programa. Sin contar con otros grupos que también estarán en la calle.
Álvaro Góngora.
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