lunes, noviembre 25, 2013

IKURRIÑAS ASESINAS.


La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanosderogando de facto la Doctrina Parot, con la cooperación necesaria de los jueces españoles y la mirada hacia otro lado del Gobierno, ha convertido los aledaños de las prisiones españolas en una Pasarela Cibeles cuyos macabros protagonistas son los mayores locos y asesinos de la reciente historia de España.
La gran mayoría de ellos, con una sonrisa de oreja a oreja, arropados por familiares, amigos y devotos de la causa asesina, son terroristas de ETA, que como manda su siniestro protocolo no han dudado en abandonar la cárcel enarbolando la ikurriña, la bandera oficial de la comunidad autónoma vasca, bajo la que pretenden justificar más de cincuenta años de asesinatos, extorsiones, secuestros y amenazas.
¿A nadie se le están revolviendo las tripas ante estas imágenes?¿Ningún político vasco está dispuesto a alzar su voz para exigir que los terroristas de ETA dejen de justificar sus atroces crímenes bajo un símbolo que en la España actual representa a todos los ciudadanos vascos y a sus instituciones democráticas? ¿Hasta cuándo va a continuar su silencio?
Guste o no guste, la bandera que inventase Sabino Arana está reconocida oficialmente como enseña oficial del País Vasco. El PNVsiempre se ha enorgullecido de ello y la ha promocionado hasta la extenuación, aunque para ello hubiese que incumplir las leyes, como la de símbolos y banderas. Hasta llegó a hacer la pantomima de crear un mosaico de la bandera vasca de 17.000 metros cuadrados (95 de ancho por 175 de largo) en las campas de Foronda durante el Alderdi Eguna de 2009. Sin embargo, ahora callan ante su uso partidista por parte de los asesinos de ETA.
El mismo PNV que protestó en el Congreso por que en Ceuta, en el Museo de La Legión, hay una ikuriña arrebatada durante la Guerra Civil a los valientes gudaris, que demostraron en Santoña su fiabilidad como aliados, es incapaz ahora de salir en defensa de su bandera y protestar por que se quiera justificar con ella medio siglo de terror. Queda saber si este silencio es por miedo a plantar cara a ETA y sus acólitos o por la tradicional condescendencia jeltzale con los asesinos, a los que en parte han visto siempre como ovejas descarriadas que, una vez viesen la luz, volverían al redil.
Tampoco ha protestado ningún dirigente de un Partido Socialistaque, desde la llegada de Patxi López a la Secretaría General, se ha envuelto en la bandera vasca para intentar superar un complejo que ha convertido en su propio pecado original, ese mantra que dice que para amar y querer al País Vasco hay que ser nacionalista, y que en el partido del puño y la rosa se han creído a pies juntillas. Tal es así que las banderas de España han desaparecido de todos sus mítines, donde ya sólo hay lugar para las ikurriñas.
¿Ningún socialista está molesto? ¿A ninguno le importa que los asesinos justifiquen sus crímenes como un trabajo para liberar esa bandera que el socialismo vasco agita en sus mítines? En pos delvasquismo, han estado más de una década reduciendo la candidatura al Gobierno autonómico de su líder, Francisco Javier López Álvarez, al mínimo eslogan de "Patxi lehendakari". Cualquier cosa por no oler alrancio españolismo que tanto denostan los nacionalistas. ¿No piensan alzar ahora alzar su voz?
No deja de extrañar también el silencio absoluto que guardan los dirigentes vascos del PP, con tantos caídos por la locura terrorista. ¿No les duele ver a los asesinos de muchos de sus compañeros enarbolar la ikurriña a su salida de los centros penitenciarios? ¿No van a decir nada ante la instrumentalización por parte de los etarras de una de las banderas que cubrió el ataúd de Loyola de Palacio?
Javier Arias Borque.

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