lunes, junio 24, 2013

CUANDO SE CAMBIA LA HOJA DE RUTA.


Por “hoja de ruta” [en inglés “road map”] no debe entenderse solamente el material sobre el que se basa un plan de desplazamiento de un lugar a otro. Se habla igualmente de hoja de ruta cuando una organización, un gobierno establece el camino que desea seguir para lograr que se cumplan sus planes, sus ideas a lo largo del tiempo. En este caso, un ejemplo es el “road map” que se propuso para lograr la paz entre Israel y Palestina. Esa hoja de ruta, como muchas otras no ha logrado su objetivo. Es común, a lo largo de la historia, que las hojas de ruta sufran variaciones, sean desechadas o reemplazadas por otras.
Se observa con frecuencia que la hojas de ruta diseñadas por gobiernos dizque “revolucionarios” sean adoptadas, como copias en papel carbón, por otros gobiernos que también quieren ser “revolucionarios”. Así vemos como la hoja de ruta que se trazó Chávez en 1999 la ha tratado de seguir ad pedem litteris Cristina Kirchner en Argentina. Una hoja de ruta cuya meta era la permanencia en el poder a toda costa. Los puntos importantes de la hoja de ruta de Chávez fueron entre otros: un referendo revocatorio de la Constitución para sustituirla por otra que se adaptara a sus planes políticos; la eliminación de la separación de los poderes públicos para someterlos al ejecutivo; la eliminación gradual de la libertad de expresión y de información.
Chávez estuvo a punto de lograr la meta a la que conducía su hoja de ruta, pero su muerte prematura y su sustitución por alguien ungido por él pero incapaz de valerse de la misma, a pesar de que lo ha tratado, para permanecer en el poder, hacen que ese camino ya no sea viable. Después del 14 de abril de 2013, la oposición venezolana es mayoría y, el otro camino que propone la Unidad, cuya meta no es llegar al poder para permanecer en él, sino hacer de Venezuela un país moderno, democrático que logre unir a todos los venezolanos, sin que haya discriminación, donde las mayorías respeten los derechos de las minorías, en la que el poder esté descentralizado. Esa circunstancia hace que la hoja de ruta de Chávez sea reemplazada por otra.
En días recientes vemos cómo la hoja de ruta copiada de la de Chávez por Cristina, ya no va a conducir a la meta deseada por el kirchnerismo. A pesar de que Cristina ha querido debilitar al máximo a la oposición, buscando su división, lo que se observa es que esa oposición se está uniendo. Su proyecto de controlar al poder judicial mediante una ley sobre la magistratura que permitiera politizar la administración de justicia, acaba de ser destruido mediante la sentencia de la Corte Suprema de la Nación Argentina que declaró su inconstitucionalidad.
Respecto de dicha sentencia, calificada como una derrota política, el diario Clarín, en su edición del 19 de junio de 2013, dice lo siguiente:
“Aquella derrota política está a flor de piel. El Gobierno hizo de la reforma judicial, amén de pensar en un trampolín para la permanencia futura en el poder, una bandera de campaña política. Tanto fue así que amalgamó dos reformas en una: propuso la elección de jueces y académicos mediante el voto popular pero inventó, en simultáneo, nuevas reglas de juego electoral. Prohibió, por ejemplo, la formación de agrupaciones o alianzas sólo para competir en los comicios de consejeros. Colocó otras restricciones insólitas: el reconocimiento nacional en 18 distritos, cuando para una elección presidencial la exigencia trepa sólo a 5. Ardides que parecieron colocar en tela de juicio el principio declamado de la democratización del Poder Judicial.”
En Argentina, la hoja de ruta de Cristina se cambia, en contra de su voluntad. Va a suceder lo mismo con otras hojas de ruta, copiadas de la de Chávez, como la que pretende seguir Correa en el Ecuador.
Carlos Armando Figueredo.

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