viernes, agosto 31, 2012

¿QUÉ QUIEREN LOS CHILENOS?

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Recientemente, uno de aquellos políticos que viven el crepúsculo de su carrera, declaró que el movimiento estudiantil "aportaba la épica" que la Concertación perdió hace muchos años, cuando creyó vencer al Régimen Militar, por el expediente de la protesta y de la lucha callejera, en una peligrosa alianza no escrita con el extremismo armado del partido Comunista.


Como se sabe el presidente Augusto Pinochet en el Plebiscito de 1988 obtuvo el 44,01 % de los votos ( 3.119.110 sufragios ) y como no logró la mayoría, entregó el poder en un acto democrático impecable. También se sabe que la Concertación administró el modelo económico que permite a Chile situarse entre los países de mediano desarrollo, aspirando con merecidos pergaminos a ingresar al club del pleno desarrollo.

Lo que dijo en su momento el general Pinochet, que cada compatriota podría disponer de casa propia, de un automóvil, de un televisor, de un refrigerador, en fin de todos aquellos bienes anhelados en aquella época, por cada uno de nosotros, hoy es una realidad. Algo tangible, eso y mucho más conforme el adelanto tecnológico.

Llegó al poder, después de esas dos décadas, la centroderecha con el 51,7 % de las preferencias ciudadanas. Recuperó el crecimiento, puso en práctica urgentes políticas sociales, reconstruyendo el país tras el megaterremoto y tsunami, todo con la honestidad y corrección que exigía la nación agobiada por 20 años de corruptelas.

Sebastián Piñera, ha realizado una buena administración. Pero no ha hecho gobierno. No es un líder. No tiene carisma. Es un buen gestor y se rodea de excelentes colaboradores. También está a la vista su déficit. Y también incumple promesas de campaña, donde empeñó su palabra garantizando que se aplicaría el Estado de Derecho para los presos políticos militares. Y además los abogados de izquierda del Ministerio del Interior, acumulan juicio tras juicio en contra de ellos.

Piñera es un pragmático.  Y ese es el sello de un mandato que carece de convicciones, como anotó un columnista de la plaza. Aspira a su lugar en el panteón de Presidentes. Pero no es un Jefe de Estado puesto que sus principios son, quizá, los que solamente hacen al mercado.

Entretanto surgió el proyecto extremista de la ingobernabilidad. Y el movimiento estudiantil, que ni siquiera se acercó a un resultado menor en este objetivo, dejó en evidencia la debilidad, la pasividad, el plegarse al discurso de la izquierda, abandonado a su propio electorado en una maniobra incomprensible.  De allí el menguado 27 % de apoyo. De 51,7 a un menesteroso 27 %

En el pasivo figuran Magallanes, Aysén, Freirina y el conflicto desatado en La Araucanía. Todos en el inventario de las cosas mal hechas. Y restan poco más 500 días para que expire su período presidencial y ya emergieron hace tiempo ya,  las candidaturas para la sucesión. Pero todas de tono menor, incapaces de encantar.

¿ Qué quieren los chilenos ? Simple. Recuperar el espíritu, el entusiasmo, el orgullo de su identidad, el respeto a sus instituciones, el amor a la Patria, a sus símbolos, tener una esperanza o ciertas certezas en un continente subyugado por el populismo, el estatismo, el caudillismo y la decadencia moral, económica, política y social. Chile no está en ese bando, pero puede caer presa del mismo mal que atenaza y empobrece a nuestro vecindario.

Tal vez es mucho pensar que surgirá algún prócer como Diego Portales, Joaquín Prieto, Manuel Montt, Aníbal Pinto, Carlos Ibáñez en su primer gobierno. Augusto Pinochet. No. Esos son hombres de excepción. Estadistas providenciales llegados en momentos críticos para establecer, fundar, consolidar, guardar nuestra soberanía y conducir a la República. Esta nación señera en muchos aspectos y sus hijos, esperan un político, un Jefe de Estado, un Presidente de la República que haga honor al cargo y nos instale donde esperamos situarnos. ¿ Es demasiado pedir ?

DESPIERTACHILE.CL


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