¿Y DÓNDE ESTÁ LA OPOSICIÓN?
A estas alturas para nadie es un misterio que la aprobación del gobierno ha ido de más a menos. De esa elección donde la entonces candidata Bachelet obtuvo un margen irremontable para las pretensiones de la Alianza hoy poco y nada queda. Basada en una multiplicidad de eslogans y contextos de cambio para un “nuevo país” lo cierto es que aquel dicho “las aguas siempre toman su nivel” terminó por poner las cosas en su orden natural.
La realidad nos dice que la mandataria ha sido incapaz de establecer una agenda en sintonía con las demandas ciudadanas. A eso se suma lo que ha sido, a estas alturas, mucho más que una “piedra en el zapato” con el denominado caso Caval el cual a puesto en entredicho estandartes tales como terminar con las injusticias y la desigualdad. Para peor, y pensando en las pretensiones oficialistas, el Ejecutivo ha tenido que enfrentar permanentemente cuestionamientos a su (in)capacidad de gestión ante el manejo de crisis dejando entrever la nula capacidad de anticipar o preveer escenarios. Lo anterior se ha visto complementado con un fuerte sentimiento de desconfianza, desilusión y desencanto ciudadano que, si hacemos el ejercicio de realidad comparada con el gobierno del ex presidente Sebastián Piñera, tendría a las masas volcadas en las calles con protestas multitudinarias. Pero no, eso curiosamente no ha ocurrido y, lo que le habría costado la cabeza a varias autoridades y personeros en el gobierno anterior, hoy pareciera que todo esta permitido poniendo a prueba la paciencia y tolerancia de las chilenas y chilenos. Pero atentos, que todo tiene límites.
Es en este contexto donde no deja de ser llamativo del rol que ha tenido la oposición. Y es que, al parecer, el caso Penta golpeó y caló en lo más hondo del núcleo aliancista el cual ha visto un deambular de declaraciones desafortunadas, negaciones que luego se han vuelto realidad, pugnas internas por ostentar el poder y, lo más descabellado de todo, con una aprobación histórica de sólo un 11% frente a un 78% de desaprobación. Sí, tal cual, este el escenario actual que vive la oposición. ¿Y qué han hecho para retomar el rumbo y desempeñar el rol que les compete y que ha venido demandando insistentemente la ciudadanía? Nada. Por el contrario han guardado silencio o se han enfrascado en los tradicionales dimes y diretes a través de los medios de comunicación ventilando cuanta prenda ventilable tienen a su haber en una cuestión que, por lo demás, poco y nada interesa a la opinión pública que exige, entre otros, cuestiones tales como recuperar la confianza en las instituciones, en la actividad política y contar con representantes que, aunque parezca de perogrullo, los representen y se ocupen de sus problemas, demandas y necesidades.
En este sentido bien vale resaltar el trabajo que han realizado los parlamentarios de Amplitud, destacando en particular los casos de la senadora Lily Pérez y del diputado Pedro Browne. En el caso de la primera, que dicho sea de paso fue la única senadora en votar en contra de la reforma Tributaria en un hecho que el tiempo le terminó por dar la razón, ha tenido la capacidad para tender puentes con el gobierno dejando de lado las mezquindades propias de la política ideológica entendiendo que el ser oposición no implica decir “no” a todo porque, y tal como bien lo plantea Humberto Maturana, “si fuese jefe de un partido político y el gobierno elegido es de otro, yo no me llamaría la oposición sino que la colaboración. Entonces el otro no trataría de deshacer lo que yo hice en el gobierno anterior porque queremos hacer un proyecto común” y en eso Amplitud ha sido categórico: ser y hacer una oposición constructiva para beneficio del país. Ejemplo de esto es Pedro Browne quien, junto a otras colectividades, defendió exitosamente el cambio al sistema binominal tras el recurso, interpuesto por la Alianza ante el Tribunal Constitucional, por dejarlo sin efecto. Ciertamente lo anterior constituye un triunfo para una democracia más plena, diversa, representativa y participativa. Y lo que es mejor: cumpliendo con el clamor ciudadano por más competencia y mejores representantes que se hagan cargo y lideren los procesos transformacionales que exige nuestro país para alcanzar su plenitud.
Por esta razón es altamente importante que la oposición retome su camino y desempeñe su rol con eficiencia y sentido país. Deben terminar con el ostracismo, levantar la cabeza y ser capaces de mirar que Chile está enfrentado a una disyuntiva compleja entre estatistas, que denostan al sector privado y no confían en la libertad de las personas -desde qué música escuchar hasta qué colegio elegir para sus hijos-, en pos de la defensa de las libertades que hoy, y en virtud del actual contexto sociopolítico y cultura, recobran su vigencia en favor de todos y cada uno de nuestros compatriotas.
Rodrigo Durán Guzmán.
Comité de Profesionales de Amplitud.
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