¿NUERAGATE O BANCOCHILEGATE?
La escandalosa argumentación del Gobierno socialista de que el préstamo por más de 6 mil millones de pesos del Banco Chile a la PYME de la nuera de la Presidenta de la República fue sólo una negociación entre privados, no convence a nadie, ni siquiera al ministro de Hacienda, un economista que conoce la materia. Lo ocurrido no sólo es atribuible al aprovechamiento que hizo Sebastián Dávalos del nombre de su madre, sino, también, se trata de una tremenda irregularidad en que incurrió el propio dueño de la entidad financiera, Andrónico Luksic, con finalidades que no son difíciles de deducir.
Categóricamente, no es un negocio entre privados por dos grandes motivos: el préstamo se hizo con dinero de todos los ahorrantes del Banco Chile y se concretó en función de una eventual venta de terrenos cuyo uso iba a ser modificado por un Plan Regulador que depende del Ministerio de Vivienda que no es una entidad particular sino estatal y, por tanto, funciona con recursos de todos los chilenos.
Por parte de la sociedad Caval, cuyo 50% es propiedad de la esposa de Dávalos, ésta sólo se limitó a disfrutar de un crédito discrecional por 10 millones de dólares cuyo visto bueno lo dio personalmente el vicepresidente de la institución, Andrónico Luksic.
La solicitud de un préstamo está condicionada a múltiples obligaciones y es cuestión de acceder a la página web del Banco Chile para conocerlas y comprobar que en este caso puntual la propia entidad no cumplió con los requisitos que se auto impone y que los exige la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF).
Con un patrimonio de sólo seis millones de pesos —discutible, por lo demás, ya que la empresa ni siquiera consigna oficina—, el Banco Chile facilitó 6.500 millones. Antes de que el mismísimo Luksic diera luz verde al crédito, su gerente comercial de Grandes Empresas había negado el otorgamiento del mismo por falta de respaldo. Lo mismo hicieron, previamente, Santander e Itaú.
Ni siquiera hay que echar mano a la norma interna de las entidades financieras de no otorgar préstamos a personas vinculadas a la política, porque Bachelet aún no asumía como Presidenta. Lo éticamente discutible por parte de Andrónico Luksic es que la aprobación del crédito se notificó al solicitante al día siguiente de que ella fuese electa Mandataria.
Sin duda que se trata de una operación, si no ilegal, totalmente irregular, y será la SBIF la que determine si el voluntario autogol que se hizo el Banco Chile merece las penas establecidas para estos casos, que van desde amonestación a multa.
Es evidente que en este episodio hubo tráfico de influencia por parte del hijo de la Presidenta, pero el banco estaba en su derecho a rechazar la solicitud, tal como lo hizo un gerente, ateniéndose a las condiciones establecidas. La intervención personal de Luksic revela su intencionalidad de sacar provecho del favor que le concedió a Dávalos a cambio de quién sabe que beneficios o prebendas.
Por cuestiones políticas, el debate de este millonario crédito se puso en un foco político, pero no puede ignorarse ni menos silenciarse la conducta de Andrónico Luksic, éticamente mucho más reprochable que las presiones que, se supone, ejerció Dávalos utilizando a su madre.
Voxpress.
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