TODAS LAS CLÍNICAS CUICAS.
La Presidenta no debió pedir la renuncia a la Ministra de Salud, porque ella interpretó fielmente el espíritu de su gobierno, de su programa y de la Nueva Mayoría. ¿Y cuál es este espíritu? El de llevar adelante una revolución de extrema izquierda fundada en el odio de clases, en consignas sin base, pero infinitamente repetidas, y en la sistemática supresión de la libertad de las personas.
Todo eso se está haciendo y se refleja en las iniciativas fundamentales del Gobierno, que en blog anterior he llamado “Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis”: Reforma Tributaria, Reforma Educacional (espero que esta referencia no me genere un cáncer, por el cual dice rezar a la Virgen del Carmen la madre del Ministro Eyzaguirre, con el fin de suprimir por esa piadosa vía a los críticos de su hijo), Reforma Laboral y Reforma Constitucional.
Como la gente de mayor preparación y más advertida, que suele ser al mismo tiempo la de más recursos, se ha dado cuenta de lo que está sucediendo, ha dejado de invertir en Chile. Y por eso el país crece menos y vive una atmósfera de incertidumbre.
¿Quiénes han apoyado a la Ministra Helia Molina en su imputación a “todas las clínicas cuicas” y a “las familias más conservadoras”? Los que van a la vanguardia de la revolución, porque saben que ella debe basarse en consignas que inciten al odio.
Así, “retroexcavadora” Quintana declaró: “Los que atacaron en jauría a la Ministra son los mismos que avalaron la desaparición de mujeres embarazadas en dictadura”. Otra consigna fundada en, primero, la “jauría”, lo que sugiere una manada de animales rabiosos, inexistente, pues a Helia Molina sólo se le pidió identificar las clínicas que, según ella, practican abortos; y las personas específicas (“familias más conservadoras”) que acudían allí a someter a esa conducta delictiva a sus hijas; y Quintana añadió: “los mismos que avalaron la desaparición de mujeres embarazadas en dictadura”, otra típica consigna, porque nunca hubo disposición alguna de hacer desaparecer a una mujer embarazada bajo el Gobierno Militar, sino, por el contrario, la Junta de Gobierno, tras haberse producido la mitad de las muertes reseñadas en el Informe Rettig (entre el 11 de septiembre y el 31 de diciembre de 1973 murió el 55% de los caídos entre 1973 y 1990) emitió su Circular N°1, de 7 de enero de 1974, donde expresaba: “Nuestra etapa en el gobierno de la nación no puede ni debe caracterizarse por actos inhumanos que tengan que ocultarse a la ciudadanía y que sólo engendran una reacción de violencia, de odios y de venganza” (texto íntegro en mi libro “Terapia para Cerebros Lavados”, El Mercurio-Aguilar, Santiago, 2008, p. 89 y sigtes.) Y una tercera falacia de Quintana, la “desaparición” de esas mujeres, en circunstancias que el número de personas cuyo paradero se ignoraba, según los Informes Rettig y de la Comisión que le sucedió, fue de 1.102, mientras que la posterior determinación de los paraderos de esas personas, según sucesivas publicaciones, llegó a 1.108, diferencia de seis que coincide, además, con la “reaparición” a lo largo del tiempo de seis personas supuestamente “desaparecidas”.
El por qué no se han identificado restos de personas muertas que todavía hoy permanecen en patios del Cementerio General y en el propio Instituto Médico Legal habría que preguntárselo al Director mirista de esta última institución, funcionario que fuera de la confianza del Presidente Piñera y continuó siéndolo, naturalmente, de la Presidenta Bachelet, es decir, a un servidor del quinto gobierno de la Concertación y del primero de la Nueva Mayoría.
Y el otro revolucionario que, como era previsible, apoyó los odiosos dichos de Helia Molina fue el jefe comunista, Guillermo Teillier. Pues los comunistas obran siempre sobre la base de consignas… y así triunfan. Fueron históricamente los profesores de los nazis y de Goebbels, que aplicaron las mismas tácticas publicitarias inauguradas por la Revolución de Octubre: repetir mentiras hasta que todos las crean. Ambos, como dice Paul Johnson, hoy día en el "basurero de la historia".
Cuando usted oiga a algún político derechista actual hablando de “violaciones de los derechos humanos”, tenga por seguro que cayó seducido por la respectiva consigna comunista y transformado en “compañero de ruta” al repetir la falsedad una y otra vez, hasta que todos terminen proclamándola. Son las "élites habladoras" de que despectivamente escribía Paul Johnson.
Teillier sostiene que la Ministra “dijo la verdad”, a sabiendas de que no la dijo y de que lo único que hizo fue lanzar una consigna sin base. Pues ella no puede nombrar una sola clínica ni una sola familia conservadora que haya llevado a una hija a practicarse un aborto. Pero ellos insisten en repetir que ésa es “la verdad” y son capaces de reiterarla hasta que el último cerebro lavado o tonto útil de derecha se les pliegue.
Pues los comunistas consiguen que hasta los norteamericanos repitan sus consignas… salvo cuando afectan a los EE. UU. Recuerdo cuando vino la Secretaria de Estado Madeleine Albright, hace más de una década y media, y avaló las prevaricaciones del juicio contra el ex Presidente Pinochet, repitiendo la consigna comunista de “las violaciones de los derechos humanos”. Claro, entonces ella no podía saber que su país iba a ser objeto de ataques terroristas y que su propio correligionario Barack Obama iba a ordenar ejecutar sin juicio a Osaba bin Laden y después lanzar sus restos al mar, cosa que jamás ordenó la Junta Militar en Chile contra ningún guerrillero, aunque haya habido muertes de éstos contrariando las instrucciones de la Junta.
“Retroexcavadora” Quintana y el ex guerrillero comunista y autor intelectual confeso de asesinatos a mansalva saben que si repiten suficientes veces sus falsedades, nunca faltará una masa de borregos chilenos que las van a repetir.
Ésa es la norma fundamental de la revolución en curso, digna heredera de la Revolución de Octubre, con Kerenskys y todo. Tiene su misma retórica. Merece leerse, a este efecto, la crónica del periodista inglés Robert Hunziker, del portal “UK Progressive”, publicada en “El Mostrador”, sosteniendo la tesis de que el modelo económico chileno es lo mismo ¡que la esclavitud norteamericana en los EE. UU. antes de la Guerra de Secesión! Es un artículo fantástico y convincente, cuyo único defecto es que no explica por qué este Chile de la esclavitud neoliberal se ha llenado de inmigrantes que vienen deseosos de someterse a ella, huyendo, desde luego (cuando pueden) del “otro modelo”, el igualitario, como el cubano, o de países como Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, República Dominicana, Argentina e incluso España (más de seis mil inmigrantes).
Hunziker tampoco podría explicar –ni siquiera lo intenta-- cómo los “esclavos” asalariados chilenos han comprado autos en tal número que pueden llevar a toda la población del país en su interior en un momento dado ni cómo han adquirido por millones plasmas, refrigeradores, lavadoras, celulares; y, en fin, tampoco cómo cualquier reportaje a los más pobres de los campamentos muestran tanta gente obesa sometida a “salarios de subsistencia”.
Es que el izquierdismo se basa en consignas que no puede probar, pero es sabedor de que el derechismo, chileno y mundial, es propenso a comprárselas hasta crear un clima publicitario adverso a las ideas de la libertad, del orden y del verdadero progreso. Éstas son las que el “otro modelo” intenta arrasar mediante la “retroexcavadora” y la carga incontenible de sus “Cuatro Jinetes del Apocalipsis”.
“En todas las clínicas cuicas muchas familias conservadoras han hecho abortar a sus hijas” es, pues, sólo una consigna típicamente revolucionaria más, sucesora de las preparadas en su tiempo por el KGB soviético (léase el libro sobre Trotsky, “El Hombre que Amaba a los Perros”, de Leonardo Padura, cubano, y se entenderá mejor de qué estoy hablando).
Sí. Estamos en medio de la revolución. El testimonio prestado por la ministra Helia Molina debería servir para darnos cuenta de hasta dónde puede llegar un proceso basado en consignas y encaminado a trastornar la normalidad, la libertad y el orden en nuestro país.
Hermógenes Pérez de Arce.
1 comentarios:
PUTERISMO SOCIAL HIPOCRITA del fin civilizatio sureño-catolicón.
paco1 JESUITAS da todas las bulas necesarias.
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